EL JUEGO QUE DESCUBRE Y EL JUEGO QUE DISTRAE

Se aprende conociendo y conociéndose. Se aprende siendo con los otros, siendo con lo diferente, lo nuevo, lo distinto. ¿Puede el juego enseñar algo? ¿Qué cosas se pueden conocer a través del juego? ¿Puede el juego revelar aspectos desconocidos, ocultos?
"El juego no puede inculcar ideas o valores, pero eso no significa que no pueda ser educativo. El juego es eminentemente educativo en la medida en que es el resorte de nuestra curiosidad por le mundo y por la vida, el principio de todo descubrimiento y de toda creación." (Maurirás-Bouquet)
Para cambiar, para transformar y transformarse es necesario conocer, descubrir. El juego puede facilitar ese descubrir. En el juego puedo darme cuenta de cómo me relaciono con los otros, de cuán egoísta soy, de hasta qué punto esta internalizada en mí la idea de competencia y exclusión. Puedo ser un poeta, un pintor, el niño que ya no soy, un gato. Puedo proponer, mirar, reconocer, comunicarme.
El actual modelo socio-económico nos aporta un nuevo término para catalogar a aquellos que se han quedado afuera: los excluidos. Los excluidos son hoy día una nueva categoría social. ¿Qué relación guarda esta realidad con las propuestas lúdicas? No es muy complejo descubrirla: muchos (pero muchos) de los juegos que se juegan con los niños, son juegos de exclusión, de descalificación, de feroz competencia. Juegos que reproducen las condiciones, las relaciones, los valores del modelo dominante.
Alguien que eligió jugar queda excluido de su elección por regla, así lo manda el propio juego. Pensemos en el famoso "juego de la silla" o los juegos de competencia, que arrojan solo dos resultados posibles: ganadores o perdedores.
Existen también juegos y modelos de diversión en general que basan su esquema en el "todos contra uno". Todos se ríen de uno, que sufre y que, en general, no entiende ni siquiera porqué los demás se ríen. Hay innumerable cantidad de juegos en que un jugador sale de la ronda y los demás se ponen de acuerdo (hacen un complot) para hacer quedar ridículo al compañero que salió, que a su vez desconoce la totalidad de la consigna porque ha sido engañado por… el docente. El juego es espejo.
En la mayoría de los juegos que se juegan en este modelo, el otro jugador es una amenaza, es un enemigo que intentará descalificarnos a toda costa. Algo parecido a lo que pasa en las ciudades de este modelo: el otro es, antes que nada, una amenaza, alguien digno de temer.
Tomar conciencia de aquellos valores e ideas que un juego trae implícito nos ayuda a elegir y a inventar, nos ayuda a facilitar espacios para descubrir aquello que estaba cubierto.